Diez guardianes de la costa para descubrir: embárquense en el tour de los faros
Majestuosos centinelas, testigos del pasado, una docena de faros tradicionales aún se alzan en las orillas del río Saint-Laurent. Algunos aún en funcionamiento, otros como museos y otros incluso transformados en alojamientos, se pueden descubrir recorriendo las carreteras que bordean el río.
Pasar una hora o una noche entera allí, encierra la promesa de poder respirar el aire salino, escuchar el canto de los pájaros, el chapoteo de las olas y, con un poco de suerte, el canto de las ballenas. ¿Listos para una aventura luminosa? ¡Vamos al tour de los faros!
1. Un faro viajero: Pointe-à-la-Renommée
La torre de acero del Faro de Pointe-à-la-Renommée domina un lugar histórico excepcional. Construido inicialmente en madera en 1880 para responder a los numerosos naufragios en el río Saint-Laurent y luego reemplazado por una torre de acero en 1907, este faro fue abandonado en 1977 y reubicado en la ciudad de Québec antes de ser devuelto a Gaspésie en 1997 gracias a la movilización ciudadana.
Hoy en día, Pointe-à-la-Renommée ofrece una excepcional experiencia museística inmersiva que reúne un faro centenario, la primera estación de radio marítima de América del Norte y una red de rutas de senderismo entre el mar y las montañas.
¡Feliz Día del Faro!
El 13 de julio, festejamos el Día Quebequense de los Faros. Este día especial está dedicado a los faros del río Saint-Laurent a través de diversas actividades. El objetivo es simple: dar a conocer estas maravillosas construcciones que salpican la costa, pero también recordar al público todo el placer que produce descubrir los trabajos de restauración y puesta en valor que aún hoy nos permiten disfrutar de estas hermosas torres. Además, es una buena oportunidad para recordar la importancia de preservar los faros.
2. Una joya escondida: Cap-de-la-Madeleine
Construido en 1907 para reemplazar al primer faro de madera que data de 1871 y situado en un acantilado, este faro ofrece una vista espectacular del río. Perfecto para los amantes de la fotografía, el Faro de Cap-de-la-Madeleine domina un espléndido paraje natural y permite avistar ballenas ¡y una magnífica vista panorámica! Es, además, la oportunidad perfecta para conocer el museo y la historia del faro, la fábrica de papel y la piscicultura del salmón, así como para visitar el pasaje migratorio del salmón, excavado en la roca y único en el mundo, con su cascada.
3. Ballenas a la vista: Cap-de-Bon-Désir
El Faro de Cap-de-Bon-Désir, un jovencito construido en 1958, desempeñó un papel crucial en la seguridad marítima gracias a su luz, visible a gran distancia. Actualmente, el lugar alberga un Centro de Interpretación del Parc marin du Saguenay–Saint-Laurent y ofrece una vista excepcional de la zona. Es un lugar ideal para hacer un picnic y avistar ballenas, focas y aves que se acercan a la orilla. Hay guías de interpretación que ayudan a identificar mejor las especies y a aprender aún más.
4. Un auténtico museo al aire libre: Pointe-au-Père
El Faro de Pointe-au-Père, construido en 1909, es el tercero de este lugar. Se distingue por su estructura octogonal de hormigón armado y sus arcos (arbotantes), una innovación para la época. Declarado Sitio Histórico Nacional, el lugar ofrece a los visitantes una inmersión en la historia marítima y unas vistas impresionantes desde sus 33 metros de altura.
Por si fuera poco, en el Sitio Histórico Marítimo de la Pointe-au-Père, se puede explorar el submarino Onondaga, mastodonte de 90 metros que narra la fascinante y (¡casi!) desconocida historia de su tripulación de 70 hombres a través del relato del naufragio del Empress of Ireland. ¡Como una búsqueda del tesoro, pero con historias de marineros y tormentas!
5. Un pasado de delincuentes: Îles du Pot à l'Eau-de-Vie
Construida en 1861, esta estructura combina una vivienda y una torre de faro, un diseño único en Québec. Ubicado en una de las islas de Pot à l'Eau-de-Vie, este faro es perfecto para quienes buscan tranquilidad y aventura a la vez. Su ubicación aislada hizo que fuera un foco de la Ley Seca en la década de 1920.
Este pequeño archipiélago era ¡un lugar de contrabando de alcohol! Los marineros escondían allí cajas de bebidas alcohólicas procedentes de Saint-Pierre-et-Miquelon y las cargaban en barcos durante la noche, lo que llevaba a incautaciones por parte de la policía. Los fareros habrían sido testigos pasivos e impotentes de esta actividad ilícita. Pero ¡no se preocupen! Hoy es perfectamente legal disfrutar de un agradable crucero por el río e incluso quedarse a dormir allí.
6. Historias de naufragios: Faro de Pointe-des-Monts
El faro, erigido en 1830, se alza sobre un islote rocoso, a menudo rodeado de agua durante la marea alta, y fue declarado monumento histórico en 1965. Verdadero testimonio de un paisaje cultural en simbiosis con la naturaleza, el sitio ofrece una exposición multimedia sobre la historia, la vida cotidiana de los fareros, los naufragios y la vida en las inmediaciones de Pointe-des-Monts. ¿Con ganas de jugar a ser guardianes del faro? Aprovechen la oportunidad de pasar una noche en esta magnífica construcción con sus distintivas franjas rojas.
7. El más alto de todos: Cap-des-Rosiers
Encaramado en la cima de un acantilado escarpado, con sus 37 metros de altura, es el faro más alto. También es uno de los más antiguos, ya que se construyó en 1858 después de que este sector del Golfo del río Saint-Laurent fuera escenario de numerosos naufragios. Declarado monumento histórico, el Faro de Cap-des-Rosiers está considerado como la puerta de entrada al Parque Nacional Forillon. También es un famoso puesto de observación para avistar ballenas... siempre que no tengan miedo de subir su larga escalera de caracol.
8. Vista de los Chic-Chocs: Matane
El Faro de Matane es el campeón de los puntos de observación. No solo ofrece una espléndida vista del mar y el tráfico marítimo, sino que también permite disfrutar de la vista de la ciudad de Matane, el parque eólico y las montañas Chic-Chocs. La torre cilíndrica de hormigón armado de 20 metros, construida en 1907 para reemplazar al primer faro de madera erigido en 1873, se ha transformado en un centro de información turística y exposiciones que exhibe fotografías y objetos relacionados con la historia marítima de la región.
9. El ancestro: Île Verte
¡Vamos hacia Île Verte para visitar el faro más antiguo del río Saint-Laurent! Construido en 1809, ha visto pasar a generaciones de marineros y pescadores. Hoy, como sitio turístico, ofrece una exposición y una visita guiada sobre el patrimonio marítimo, la evolución de las señales sonoras y luminosas, los naufragios, los encallamientos y su propia historia. También es posible alojarse en una de las dos viviendas del lugar: la del guardián o la del ayudante del guardián. ¡Una forma perfecta de volver atrás en el tiempo y satisfacer todos los deseos de cambiar de aire!
10. Se apagó muy recientemente: L’Anse-à-la-Cabane
Construido entre 1870 y 1871, el faro más alto y el segundo más antiguo de Îles-de-la-Madeleine estuvo en funcionamiento hasta 2011. Raro ejemplo de construcción octogonal de esa época (un estilo que posteriormente se abandonaría en favor de modelos más económicos), forma parte del Parc Patrimonial William-Cormier que narra la vida marítima en torno a los siete faros de las islas.
Una anécdota curiosa: lo dirigía un farero ingenioso (o perezoso, ¡según se mire!). Edmond Boudreau, que tenía la suerte de tener un hermano electricista, aprovechó para hacerlo conectar un cable a la casa del farero para poder encender y apagar el faro ¡sin salir de su cuarto!