Estos antiguos centinelas se erigen a lo largo del río San Lorenzo. La mitad todavía está en funcionamiento, pero como museos o posadas. Los puedes descubrir tomando la Route des Phares. A veces puedes pasar la noche allí y respirar la brisa marina, escuchando el canto de los pájaros, el murmullo de las olas y, con suerte, el resoplido de las ballenas. ¡La felicidad en su máxima expresión!